En los últimos años, (quizá antes también, pero no se hablaba tanto de ello) han sido muchos los que se han cuestionado las bondades de convencer a los niños de que existe un ser mágico que les trae regalos en Navidad, ya sea en formato de Niño Dios, Santaclos, los Reyes Magos, cualquier otro de nuestra simpatìa.
Hay quien ha ido más allá e incluso ha puesto sobre la mesa la idea de que esto, en realidad, es mentir a los niños, y que por tanto podría tener consecuencias negativas para su correcto desarrollo.
Con una postura contraria tenemos a quien defiende esta tradición como una forma bonita de avivar la fantasía en los niños, de fomentar la ilusión y hacerles con ello aún más felices.
¿Qué dice la ciencia al respecto?
¿Quién está en lo cierto? ¿Es mejor mantener estas figuras o conviene “no contarles esta historia” a nuestros hijos? Nos encantaría que hubiera como tal una respuesta al respecto, pero lo cierto es que no: a día de hoy no contamos con estudios que respalden, con total seguridad, ninguna de las dos opciones.
Es decir, no hay estudios que indiquen de manera evidente los beneficios o perjuicios de que nuestros hijos “crean” o no en "realidades mágicas paralelas". Lo que sí existe es la opinión de algunos profesionales, pero incluso éstos dejan claro que no hay una “verdad única” al respecto.
Quizá uno de los estudios que más se cita cuando hablamos de este tema es el que se realizó desde Lancet Psychiatry: sus autores extraían la conclusión de que no decir la verdad a nuestros hijos era mentir, y que esa mentira es, sin duda, perniciosa para ellos (afecta al apego, entre otras cosas).
Sin embargo se trata de un estudio del que no se pueden extraer conclusiones generalizables por la escasa muestra con el que fue realizado (entre otros factores de índole metodológica).
Y ahora, las posturas contendientes:
1.- Decir la verdad/no mentir
Para autores como D. K. Johnson (filósofo americano conocido precisamente por mantener que es mejor “no mentirles”) la mejor opción es decir la verdad. Este autor defiende que la creencia en Santa no solo no es positiva, sino que trae consigo consecuencias negativas.
Según Johnson, con esta mentira estamos poniendo en riesgo la confianza de nuestros hijos en nosotros: si descubren que les hemos mentido en esto empezarán a cuestionarse en qué más les mentimos, y con ello terminará por socavarse su confianza en nosotros.
Esto, de acuerdo con este autor, tendría consecuencias nefastas si tenemos en cuenta que podrían llegar a dudar de nuestra palabra con respecto a conductas de riesgo, por ejemplo.
Además, y siguiendo con Johnson, con la mentira favorecemos la credulidad de nuestros pequeños, lo que les haría más vulnerables a ser manipulados. Uno de los grandes argumentos en contra de hacer creer a nuestros hijos en Reyes Magos o Ratones Buscadientes no es la creencia en sí, sino el uso que se hace de la misma: utilizar a estas figuras como guardianes y jueces de la conducta de los hijos.
A diferencia de los pros o contras de “mentir o decir la verdad” en este punto sí que hay acuerdo entre los profesionales: el chantaje no es nunca una buena opción educativa. Así que mejor desterrar el “Si no te portas bien, el Niñito Dios no te va a traer nada"
Autores como Richard Dawkins defienden que inculcar a los niños que existen seres sobrenaturales es pernicioso para ellos y que debemos favorecer su escepticismo.
Negar explícitamente ante los niños su existencia
Una postura común entre quienes defienden la idoneidad de no mentir a los niños al respecto. En contra de lo que muchos piensan, estos no son “gruñones que rompen ilusiones y desinflan alegrìas” .
Entre quienes practican la “política de la verdad” es común no negar la existencia de Santa o de los Reyes Magos de manera explícita a los niños, sino hablar de ellos como personajes de ficción, metiéndolos en la misma categoría que sus personajes favoritos de la tele o los cuentos.
La clave está en explicarle que se trata de una tradición, de una fiesta lúdica en la que pasan cosas geniales: así mantendrían la ilusión por las fiestas, por los regalos, por “la magia” sin pasar por “mentiras”.
2.- Mantener “la magia”
La mayoría de los estudios que hay sobre este tema se han centrado en los posibles efectos negativos de "contar la verdad" o de no mantener el mito, pero no en los posibles efectos positivos de ello.
Por lo tanto no hay datos científicos que avalen que "sea beneficioso creer en ello" por lo que la conclusión común, al menos de momento, es que no sabemos si "creer en los Reyes Magos o el Niño Dios" es positivo, pero desde luego no es negativo.
Sin embargo para autores tan conocidos como Álvaro Bilbao mantener la magia de tiene sus puntos positivos. Algunos de estos serían:
Desarrollar la paciencia: imagina qué complicado debe ser para un niño aguantar toda una noche (para ellos esto es una eternidad) esperando a que sea de día para ver sus regalos. Sin duda es un ejercicio de paciencia.
Aprender a gestionar emociones fuertes: lograr dormirse la noche de antes con semejante excitación por lo que va a suceder al día siguiente requiere, sin duda, de un ejercicio de gestión emocional,
Mantener la ilusión: no hay niño que no se emocione de sobremanera con toda esta historia, vasta con recordar nuestras propias infancias. Y luego la emociòn de uno mismo, de buscar escondites previos, inducir una sorpresa que sea conveniente para los compradores de regalos, ¡estar pendientes a la mañana siguiente de cuando despierten, tener la videocàmara ya grabando, y poder registrar esos gestos y esas caras que nunca, jamás en la vida vamos a poder olvidar!
Por otro lado, y en respuesta a afirmaciones como las realizadas por autores como Richard Dawkins, citado más arriba, hay quien señala que precisamente el hecho de que los niños descubran que les hemos estado mintiendo puede hacer que se desarrolle más o mejor su escepticismo.
Esto hará que se cuestionen las cosas, que quieran investigar y saber la verdad en otras facetas de la vida, de manera que con ello estamos favoreciendo el pensamiento crítico y el deseo de aprender. Claro que esto también puede trabajarse sin necesidad de recurrir a estas figuras “mágicas”.
De hecho, estudios como el realizado por J.D. Woolley y M. Ghossainy en la Universidad de Texas indican que los niños son, de manera natural, escépticos.
Woolley señala que mantener esta fantasía ayuda a desarrollar el razonamiento (concretamente el contrafáctico) y que esto es realmente positivo de cara al desarrollo. Según esta autora, las habilidades necesarias para "creer" y posteriormente "descubrir la verdad" son las mismas que uno pone en marcha para, por ejemplo, buscar soluciones a problemas o ser creativo en el trabajo.
Otros, como Matthew Lorbe, psiquiatra infantil estadounidense, defienden los aspectos positivos de mantener la ilusión y la tradición desde un enfoque más práctico y cotidiano: los niños se esfuerzan por aprender a escribir para poder mandar su carta, aprenden cómo funciona el sistema postal...
3.- ¿Y la Educación Holista?
Lo que María Montessori dijo a este respecto, es que lo conveniente es trabajar en la imaginación del niño y sus capacidades, pero hacia adentro de sí. No enseñarle un mundo de mentiras.
Sin embargo, eso lo dijo ella con la infancia de una cultura europea que en ese sentido no entiende muy bien cómo es la cultura latina del otro lado del mundo. En Tanesque, lo que creemos es que es importante mantener la tradición, las tradiciones en general, porque eso favorece los procesos familiares, y también los sociales, y con ello se hacen lazos afectivos más fuertes y prolongados,
Llegado el momento, no tenemos ninguna duda de que el mundo los va a enterar, y del lado de los papás, sabemos que pocas emociones en la vida igualan a la de ese amanecer. Así que nuestra sugerencia es, como siempre: MIREN, MAGOS DE HERMOSA LABOR, HACIA SU INTERIOR. Y DESPUÉS, OBREN COMO LO DICTE SU CORAZÓN, EL MÁS SABIO CONOCEDOR DE LAS TRIBULACIONES HUMANAS.
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