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EL NUEVO AMANECER DE LA EDUCACIÓN.

Los problemas que rodean hoy en día al mundo, la guerra, el resquebrajamiento de la salud mental, la violencia en los medios de comunicación y hasta en los estadios deportivos, son una prueba contundente de que la enseñanza no es ni mucho menos la parte más importante de la educación. Sin embargo, persiste esta convicción de que el adulto, al educar al niño, es quien crea al hombre, a través de una enseñanza directa que a menudo resulta un impedimento más que una ayuda para su desarrollo natural.


Y es que las edades tempranas no se adaptan a la transmisión de la cultura, y por este motivo durante décadas se le dio poca importancia y se descuidaron los primeros años de la vida del niño. Sin embargo, estos años son fundamentales, determinantes para su futuro. Es durante este período de la vida que ocurre un fenómeno asombroso: paulatinamente emergen de la nada la sique y el comportamiento humano. El niño se independiza, aprende a manipular, a caminar, a hablar, a pensar y a dirigir su propia voluntad. Este proceso no se debe a la enseñanza del adulto, sino a una creación propia por su parte.



Siempre existió el niño y, sin embargo, este proceso permaneció oculto hasta que la Doctora María Montessori, guiada por la certera intuición que nace del amor en su verdadero sentido, penetró en el misterioso reino de la sique infantil y lo sacó a la luz en toda su magnitud. Al mismo tiempo reveló los requisitos esenciales para que el niño lleve a cabo su propia creación.


Los niños que hicieron posible esta revelación procedían de los estratos sociales más bajos; eran unos niños llorones, asustadizos y tímidos, pero al mismo tiempo violentos, posesivos y destructivos. Paulatinamente, al verse satisfechas sus necesidades psíquicas, experimentaron una transformación tan extraordinaria, que la prensa de la época habla de “niños convertidos”. La contemplación de este fenómeno espiritual creó un cambio radical en la vida de la Doctora Montessori. Es cierto que los niños aprendieron a leer de un modo espontáneo a los cuatro años y medio, pero lo verdaderamente importante era el cambio en su comportamiento.


El hombre no ha de estar formado de cultura solamente. Hay algo mucho más esencial, de importancia infinitamente mayor para la humanidad. Si el aspecto espiritual del hombre se sigue descuidando, será cada vez más peligroso a medida que aumenten sus conocimientos. ¿Acaso la mayoría de sus inventos no se aplican para fines bélicos? El hombre descubrió el vuelo, descubrió la energía atómica pero no consiguió descubrirse a sí mismo.


Aquí radica el verdadero valor de la contribución de María Montessori al progreso humano. Para demostrar la magnitud y la radiante promesa que encierra el alma naciente del niño, la Doctora Montessori emprendió una campaña que duraría toda su vida. Después de su muerte, la Asociación Montessori Internacional continuó su tarea por medio de congresos, mesas redondas y estableciendo Sociedades Montessori y cursos de entrenamiento, pues para proporcionar al niño la ayuda que necesita, se requiere un entrenamiento especial.


Poco a poco se crearon centros de entrenamiento en Ceilán, Dinamarca, Inglaterra, Irlanda, Francia, Alemania, la India, Italia, Pakistán, Suiza, Estados Unidos. Las personas entrenadas se extienden por todos los continentes, por países antiguos y modernos, incluso por las naciones creadas más recientemente en el continente africano. Y en nuestra ciudad de Guadalajara, las ideas de la Doctora se convierten en declaraciones definitivas en el manifiesto de la Educación Holista de Tanesque.



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